La ciudad como ente en constante manipulación. La ciudad como entorno hostil hacia quien la habita. La ciudad como rehén silencioso que sirve a los intereses económicos de quién gobierna y de los grupos de poder que car vez dan la cara. Ciudades como Madrid y Barcelona han experimentado un gran cambio en su idiosincrasia en los últimos tiempos. Los vecinos que habitan sus barrios ven como poco a poco los comercios de toda la vida son sustituidos por viviendas turísticas, las obras son continuas, convirtiendo el transitar por sus calles en verdaderos scape rooms. Lo fondos de inversión presionan para vaciar edificios enteros, las panaderías son sustituidas por consignas para maletas o tiendas de souvenirs. Todo parece ir encaminado hacia la consecución de unos centros de las ciudades dedicados al turismo y vacíos de sus habitantes. Sin vecindarios no son necesarios los servicios básicos: médicos, colegios, bibliotecas…Tan sólo gente de paso, que transite, gaste y recoja su maleta para irse a otro lugar. Pero, ¿a dónde nos vamos los que vivíamos antes aquí?